Por si las moscas, por si fuera cierto que hay tendenciosidad, por
rigurosidad, por aquello de que es mejor un juicio propio y por si las moscas
otra vez, para opinar sobre la Directora de Informativos de Televisión Castilla
La Mancha, Victoria Vigón nada mejor que escuchar la grabación publicada,
aunque sus palabras se encuentren fuera de contexto. Y escuchándola asalta una
primera impresión que pasa desapercibida ante el elevado tono del improperio.
Mucho nos tememos que esta niña está imitando aquello que ya ha visto en alguna
estrella del periodismo nacional.
Su voz es impostada, aprendida y fingida. Su histeria también es
impostada, y sus ademanes de directora son tan solo ademanes. Entre gritos,
“¡coño, joder, cojones!” se adivina que quiere actuar como Directora y que
confunde la autoridad con “matar a alguien son sus propias manos”. Cierto es
que en el trabajo cualquiera, en su sano o insano juicio, ha tenido gana de
matar a alguien con sus propias manos, y con las manos recién cortadas de otro
también. El problema está en vociferarlo sin pasión. Esta niña no tiene pasión
en el enfado y se le nota. No está enfadada sino que finge estarlo y que además
cree que es así la forma correcta de ejercer como Directora. Esto es lo malo.
“¡De luto llevo las bragas!”, no. No son las bragas lo que lleva de luto, sino
el pañal. Cuántos niños y niñas malcriados y sin una trayectoria vital han sido
entronizados como altos cargos en estamentos sociales e institucionales y
ejercen lo propio e impropio con maneras de dictadorcillos. Niñatos que no han
sufrido y que, por lo tanto, no han visto el barro, ni la vida, ni la
contrariedad. Este es el problema.
Que Victoria Vigón la emprenda a manotazos con la peluquera de la
televisión autonómica porque el peinado se le antoje “una puta mierda” es la
culminación de la enorme montaña de basura acumulada por este régimen en
decenios de nepotismo. Victoria Vigón, la niña de “gilipollas, joder, coño,
coño”, solo sabe mandar con necias maneras, porque no entiende la diferencia
entre dirigir y mandar. Esta flagrante equivocación es responsabilidad suya y
simultáneamente responsabilidad por culpa in eligendo y culpa in vigilando de
quienes la nombraron primero y de quienes no la cesaron después. Y es que,
supongamos que Victoria Vigón estuviera rodeada de incompetentes e ineptos. Ni
siquiera a un inepto hay que gritarle ni insultarle. Para resolver las
negligencias en el trabajo se inventaron los procedimientos disciplinarios.
Cuanta más capacidad de mando se posee más innecesarios son los gritos, los
insultos, el mobbing, y los atentados contra la dignidad. Debe ser que Victoria
Vigón aprendió a ser directora con alguien muy mal educado.