viernes, 16 de octubre de 2015

El alien y el aire

                     
Estrenando el aire

Cuando se aprende una palabra nueva parece que se estrena el aire otra vez. Solipsismo: forma radical del subjetivismo. No hay que temer a las palabras nuevas; ni a las frases nuevas que forman las palabras nuevas; ni al lenguaje nuevo que nace de las frases nuevas ni, en definitiva, al pensamiento nuevo que nace del lenguaje nuevo.

El humo de las palabras

Había un niño a quien le gustaba repetir sus palabras nuevas a la gente: “una micra es una cosa muy pequeña. Micra, micra, micra” Pero la gente no se sorprendía de las palabras nuevas tanto como él. Por eso, tuvo que aprender que en ocasiones las palabras nuevas causan miedo, burla o simplemente indiferencia. Como si quemara todo el miedo del mundo en sus hogueras la Santa Inquisición quemó miles de libros; miles de personas, con sus ideas y sus hijos, con sus recuerdos y sus madres; juzgó y quemó el alma humana, el alma de los niños con palabras nuevas, sin entender que el humo la hizo expandirse aún más. Quemó el pensamiento como si quemando páginas se quemaran las palabras. “Enfiteusis: un derecho sobre una superficie de tierra

Un necio se ríe

¿Quién no ha visto alguna vez a un necio reírse de una palabra nueva? Si el miedo a las palabras nuevas es temible, más temible es la risa. La risa del necio es contagiosa y, en principio, parece inocua pero es ácido corrosivo para la comunicación. Esa risa que consolida y reafirma al necio en su necedad; esa risa que legitima la ignorancia como estética de una ética mezquina; esa risa que despide a la innovación, al aire fresco, a las ideas nuevas. Esa risa grasienta ante las palabras nuevas se ha instalado en la colectividad de tal manera que cualquier atisbo de novedad hace saltar las alarmas de la ignorancia cómoda y acomodada. “Tensioactivo: cualidad de una molécula

Y cuando las palabras nuevas dejan de aflorar y de manejarse por la sociedad, la sociedad se vuelve más gris, más tibia, menos alegre, menos ingeniosa. Menos palabras, más oscurantismo, más inmovilismo, menos risa, ¡menos risa!

Estrenando el silencio

El niño que estrenaba palabras como si estrenara juguetes aprendió también a estrenar silencios. Los silencios, igual que las palabras nuevas, también son nuevos cada vez que se producen y también se producen frases de silencio, lenguaje de silencio y, en consecuencia, existe un pensamiento del silencio. Cuando el silencio es acompañado de fanfarrias, luces de colores, gritos y campanadas, deberían encenderse las alarmas de la involución, la pereza y la tristeza social. “Sinécdoque: alteración del significado de las palabras por la que se menciona la parte por el todo o viceversa”

La primera respiración de la humildad

La primera vez que el niño se percató de la risa necia se enfadó mucho. El enfado por la incomprensión le duró hasta la adolescencia. En el río apasionantemente hostil de la adolescencia se enamoró de la contracorriente y aprendió a escribir, estudiar, escribir y volver a estudiar. La humildad se presentó como ese vestido de primera comunión que uno debe ponerse ante cada palabra nueva. Cada palabra necesita su primera respiración, su primera pronunciación, su primera comprensión por quien la dice y, finalmente, la alegría del alma: el entendimiento de quien la recibe. Solo se trata de escuchar, aprender, tomar aire y pronunciar lo aprendido: es como la vida.

"Be yourself, no matter what they say.
I´m an alien, I´m an legal alien.
I´m an englishman in New York"