viernes, 22 de febrero de 2019

El hombre que vagaba por la Luna


"Al chirrido de los insectos sale la luna el jardín oscurece
Masaoka Shiki 
 Le Voyage dans la Lune 1902, Georges Méliès.

Es verdad que vieron a un anciano vagando por Luna. Cuando llegaron apareció ante ellos tranquilo y apoyándose sobre un bastón muy alto. “He visto un bosque de vientos verticales que soplaban al Sol. Está por allí” y se volvió señalando al horizonte negro.

Estaba tranquilo, ya digo, su cara parecía sosegada aunque en tiempos fue un hombre atormentado, rígido y ansioso por convencer a todos de la verdad, mejor dicho, convencer a Todos de la Verdad. Porque en él todo era mayúsculo, máximo y superlativo. Pero desde que paseaba por la Luna le desaparecieron las molestias.

Sus zapatos de cordones dejaban unas preciosas huellas en el polvo pero enseguida quedaban borradas por la tela azul que colgaba de su pantalón. Cuando se marchó sonó, casi imperceptible, el sonido de la flauta de Pan de un afilador. 

El Olivo (2016), Icíar Bollaín

"Aquí nos hablamos en Morse. ¡Oye, qué curioso! cuando vienen nadie sabe. Punto, raya. Punto, raya...Nadie cose, lee, ni escribe, ni hace punto...apaga la luz" y todas las velas que no hay en la Luna se apagaron al instante, desprendiendo un agradable olor a tabaco rubio.

¡Qué sereno era su gesto! Había instalado miles de radios y transistores por toda la Luna. Así oía las noticias mientras se enjuagaba la boca con menta. Era una satisfacción enorme sintonizar una radio nueva. También instaló  cometas y aviones y termómetros y barómetros..."Ha muerto", decía cuando se rompía algún aparato. Sin embargo, ya no sentía la necesidad de entonar un réquiem.
Señor entre muchos aparatos
“¿Os quedaréis mucho tiempo?”, preguntó a los visitantes. “Bueno, mientras estéis aquí no espantéis a las avispas”, y se fue relajado y sereno. Como si en la Luna hubiera encontrado todos sus objetos perdidos, como si allí tuviera tiempo para todo y, lo mejor de todo, allí no tenía que convencer a nadie de nada.

Había comprendido que la verdad no es importante, sobre todo si era la suya. Y es que en la Luna hay menos gravedad....



De día viviré, pensando en tu sonrisa. 
Por supuesto.